- Columna vía: DAVID BUSTOS
Unas sirenas, un altavoz y muchos aplausos me despertaron. Pensé que estaba soñando, o que quizás, mi cerebro estaba comenzando a sumergirse en una alucinación consecuencia de solo escuchar hablar de muertos, contagiados, médicos, polícia… Pero no, no era un sueño. Era ocho de abril y Álvaro cumplía años. ¡Cinco ya, madre mía cómo pasa el tiempo! Aún recuerdo cuando ni siquiera sabía hablar y ahora ya no para de saltar. La policía se había acercado hasta su casa. Bueno, hasta abajo de su casa. Ya saben que salir a la calle sigue siendo un amor imposible. Un policía interactuaba con Álvaro, asomado a su ventana con la típica sonrisa vergonzosa pero a la vez agradecida. En diciembre Papá Noel, en enero los Reyes Magos y sí, en abril, ¡viene la policía! ¡Esto es España! Esta es la alegría que tanto hace falta en estos difíciles días para muchas familias. Álvaro hoy fue feliz. Fue feliz en un cumpleaños atípico pero que seguramente, y gracias al esfuerzo de sus padres, de la policía y de todos los vecinos que arroparon este breve pero bonito momento desde sus ventanas, no olvidará jamás. Mola. Mola mucho ver cosas así. Mola ver a la gente sonreír en un momento en el que las sonrisas escasean y se echan en falta más que nunca.
Hoy, en el día 25 de la cuarentena, nos sorprendía la portavoz del Gobierno afirmando que a partir del día 26 de abril «comenzarán a llenarse las calles y plazas de gente». Claro que sí señora Montero, ¡y nos emborracharemos todos juntos entre besos y abrazos! ¡Y el virus también, de celebración con todos nosotros! ¡Faltaría más! Pero el circo de Moncloa no podía acabar así, y minutos más tarde, tanto el ministro de Sanidad, Salvador Illa, como el de Transportes, la desmentían. ¡A su compañera! ¡A la portavoz! Como esta el circo… Digo el patio.
Pero lo importante hoy no era Moncloa, era Álvaro. Así que, ¡felicidades campeón!
- Imagen de portada, vía: ARRIBES TAURINAS