Más que decepción la palabra que nos invade a todos los que hemos sufrido -que no disfrutado- la tarde de hoy en Las Ventas (Madrid) es enfado. Enfado tras ver como, un día más, nos colaban una corrida indigna para la primera plaza de toros del mundo. De nuevo, las sobras del final de temporada. De nuevo, una corrida que hace unos años no pasaría ni como novillada en esta misma plaza. Una corrida indigna e infumable. De principio a fin. Tan solo el noble y enclasado primero ofreció algunas opciones de lucimiento, que no fueron aprovechadas por Damián Castaño. El resto resultaron descastados, desfondados y deslucidos. Ninguna opción de triunfo para los sevillanos Juan Ortega y Pablo Aguado, a pesar de las ilusiones depositadas en el cartel y la tarde de hoy. Queda conformarse con un sublime quite por verónicas de Ortega al primero de la tarde. Durmió al toro en los vuelos del capote, y remato con una media de las que paran los relojes. Pero hoy no fue día de mirar la hora, en menos de dos horas se ponía punto final al festejo. Una corrida desastrosa que despertó numerosas protestas en los tendidos. La empresa, Plaza 1, la gran señalada por los aficionados venteños.