“Enojado” (n°23 y guarismo 8) fue el protagonista de la mañana de hoy, lunes, en la localidad de Yuncos (Toledo). Unos minutos después de las nueve de la mañana, el serio ejemplar de la ganadería de Victoriano del Río salió del cajón con fuerza y rematando en las tablas en varias ocasiones. Instantes después, el astado puso rumbo hacia las calles con rapidez, y abriéndose hacia una de las calles sin vallado (provocando el primer momento de tensión de la mañana). No obstante, fue reconducido rápidamente por los maromeros y el de Victoriano ahí sí arreó hasta llegar a la primera plaza abierta, donde se paró y embistió contra un banco, además de romper una papelera. Durante esos primeros minutos de la suelta, el toro ya evidenció su condición: pedía espacio atrás, y hacerle todo bien, puesto que si no, se frenaba, se revolvía y no era nada fácil. Con estas complicaciones, y con el astado mostrando ya su condición de reservón y más pegado al piso, transcurrió la mayoría de la suelta. También esa condición incierta provocó un gran susto, cuando el toro hizo hilo a uno de los directores de lidia que finalmente se libró -de milagro- de ser cogido. En este contexto, es necesario destacar el enorme, admirable e intachable trabajo de los maromeros, que consiguieron que el toro avanzara, a veces andando, y otras incluso al trote, como sucedió a partir de la zona de las escuelas aprovechando la inercia de la calle (en bajada casi hasta el final). De hecho, al cruzar el inicio de la calle Real para entrar al tramo acotado por el vallado (previo a la plaza), el de Victoriano corrió a buen ritmo y realizando miradas a los espectadores que estaban subidos en las vallas. Una hora y veinte después, “Enojado” llegó a la plaza. Allí, tras dar varias vueltas al ruedo barbeando las tablas y después de un puñado de muletazos de un maletilla (en la muleta, el astado mostró mansedumbre y no se entregó), el toro fue enchiquerado entre aplausos de los espectadores y aficionados (quince minutos después de su llegada al coso). Posteriormente, fue el turno de la capea con dos vaquillas, que tuvieron movilidad y nobleza. La segunda de ellas saltó al callejón, llegando a embestir a un hombre (aparentemente sin consecuencias mayores) y provocando momentos de mucho peligro. Afortunadamente, todo quedó en un susto y además de este suceso, también se vieron varios recortes y quiebros por parte de los jóvenes.