ARRIBES TAURINAS

Juan Ortega y una tarde histórica en Valladolid: cuatro orejas y dos faenas inolvidables

Imagen: Tauroemoción

La tarde de Juan Ortega ayer en Valladolid no se puede describir con palabras. Aquello fue sencillamente apoteósico e inolvidable, y no por el simple hecho de cortar nada más y nada menos que cuatro orejas. La tarde de ayer quedará siempre en el recuerdo de todos los allí presentes por un toreo que trascendió a todo lo visto hasta el momento. Es imposible, sí, imposible, torear tan despacio. Tan roto. Tan de verdad. Tan entregado. Con tanto valor. A sus dos toros, y especialmente al enclasado quinto -que terminó buscando la salida- de un deslucido encierro de Núñez del Cuvillo. Pero a Juan, esta temporada, le vale todo. Antes había que esperar a ese toro ‘ideal’, ahora a lo que salga por chiqueros, le monta un lío. Con el capote y con la muleta. Y ojo cómo le funcionó ayer la espada. Sus inicios de faena, así como también su profundidad y el temple al natural o el toreo reunido y exquisito con la mano derecha, pusieron boca abajo el coso del Paseo de Zorrilla. Su salida a hombros al grito de “¡Torero, torero!” reflejó la locura y el alboroto formado. La temporada de Juan Ortega no es de figura, es de ser el elegido. No hay otro como él. Cuándo brota su toreo, no hay nada más que hacer que callar y disfrutarlo… porque describirlo sería un atrevimiento. Véanlo, disfrútenlo:

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