ARRIBES TAURINAS

Lo de Utrera… un espectáculo bochornoso y dantesco

Imagen: Canal Sur

Esaú Fernández indultó ayer en la localidad de Utrera (Sevilla) al primer toro de la tarde, de la ganadería de Fuente Ymbro, en una tarde no exenta de polémica; el sevillano Borja Jiménez dejó los mejores momentos de la corrida

La corrida de toros celebrada ayer en la localidad de Utrera (Sevilla) se terminó convirtiendo en un esperpento por lo sucedido al finalizar la lidia del primer toro de la ganadería de Fuente Ymbro. Lo que había sido un gran comienzo de tarde, no solo por la celebración en sí misma de la corrida a pesar de la lluvia sino por el buen juego del abre-plaza, terminó siendo un espectáculo bochornoso, dantesco y totalmente reprobable. Primero, por presenciar un episodio más -de una larga serie ya- de cómo forzar de manera vergonzosa y repugnante un nuevo indulto (por ejemplo, haciendo creer a los espectadores que iba a matar al toro sin tan siquiera haber cogido la espada de matar); segundo, por presenciar cómo el ganadero, vestido de paisano, observa la faena desde dentro del ruedo apoyado sobre un burladero (siendo esto algo objetivamente sancionable); y tercero, por tener que escuchar un comentario totalmente fuera de lugar y bochornoso del ganadero hacia una compañera de Canal Sur, en los micrófonos y durante una retransmisión en directo en la televisión pública andaluza (“¡Al campo te llevaría yo!”, le dijo en tono de broma pero siendo totalmente desafortunado y desagradable). Aquello, todo en conjunto, no fue digno de un espectáculo tan serio y respetuoso como es una corrida de toros. Aquello, más que una corrida, pareció un tentadero. Solo que con toros procedentes nada más y nada menos que de Bilbao y de Pamplona (como sobreros). Cosas del destino… difíciles de entender.

Pero más allá de valorar si se merecía o no el indulto el toro “Embriagado”, de Fuente Ymbro, que fue un gran ejemplar, es necesario reflexionar sobre la devaluación de este premio, cada vez menos excepcional y más habitual… Hoy se concibe el indulto como un premio al torero y a la faena del mismo, en lugar de un premio para el toro y para el ganadero, encargado de criar a ese animal. Hoy vemos como los toreros, en muchas ocasiones, fuerzan los indultos, obligando indirectamente a los presidentes a concederlos con el fin de evitar altercados públicos en los tendidos y con los espectadores. Precisamente ayer vimos como se indultaba un toro a pesar de que desde un principio el ganadero había dado la indicación de que lo mataran. Es decir, que probablemente ese toro no servirá para semental, y su destino podría ser el mismo que el que debería de haber sido ayer: su muerte. Solo que ayer hubiera muerto dignamente sobre el ruedo, y no en la oscuridad de un corral o matadero. Está claro que lo de ayer no beneficia a nadie: ni al torero (por muchos indultos que sume a su palmarés), ni al ganadero (que ya manifestó que no lo quería para padrear), ni a la Fiesta (no hay mayor daño para ella que querer evitar la muerte del toro en la plaza). Por todo ello, lo de ayer merece más que un perdón o una disculpa. Lo de ayer no se debe de repetir bajo ningún concepto. Por el bien de todos, y sobre todo, por el -futuro- de la tauromaquia.

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