El cuarto encierro de las fiestas de Cuéllar (Segovia), con toros de la ganadería de Valdemoro, resultó muy complicado y tuvo un final caótico. Tras un inicio lleno de peligro, con varios astados embistiendo hacia la zona de los coches, el traslado por el campo fue tremendamente difícil para los caballistas. Los toros no se hermanaron junto a los bueyes, y en ese primer tramo tuvo que ser ya anestesiado un astado. Posteriormente, en la zona del embudo, uno sería enchiquerado en un corral, y otros dos animales serían también anestesiados. Por lo tanto, tan solo dos de los seis ejemplares reseñados llegaron a entrar al recorrido urbano. El primero lo hizo junto a los bueyes y a gran velocidad, hasta la plaza de toros; sin embargo, el segundo lo hizo rezagado y en solitario, derrotando contra el vallado con frecuencia y desfondándose, hasta tener que ser anestesiado a las puertas del coso de Cuéllar. Encierro con un final deslucido y con tan solo un toro enchiquerado en los corrales de la plaza de toros. Por último, cabe destacar que no hubo que lamentar heridos de importancia durante el encierro.