ARRIBES TAURINAS

De Justo ‘salva’ la tarde en Madrid, en su camino hacia su mejor versión

Imagen: Plaza 1

La mente de un torero es fundamental. Más incluso que el físico. Porque sin un buen manejo de la cabeza, lo demás no importa. Lo demás no funciona. Emilio de Justo es un ejemplo de ello. Un ejemplo de lo importante que es tener la mente clara y el toreo en la cabeza. Él lo tiene, y cada tarde lo demuestra. Es admirable. Tras superar un auténtico calvario y sobreponerse a circunstancias terroríficas, volvió en un tiempo récord a la cara del toro. A la cara de ese que a punto estuvo de quitarle la vida meses antes. Y tras unos meses ‘probándose’ y recuperando la confianza en plazas de menor categoría, volvió a las grandes ferias en este 2023. En Madrid, en su primera tarde, fue recibido como merecía: con un gran cariño y admiración, más tras lo ocurrido en aquella ‘gesta’ el Domingo de Ramos. Sin embargo, el palco le entregó una Puerta Grande que no hizo justicia a la categoría y a la seriedad venteña. Sin estar mal, porque no lo estuvo, pero no alcanzó su mejor nivel. Fue una sensación agridulce para muchos aficionados que hoy sí vieron una versión más templada y asentada de Emilio. No su mejor versión, pero sí una que demuestra que está en el camino de alcanzarla. Hay que darle tiempo. Este torero lo merece.

El quinto, ‘Cigarro’, fue un toro notable del Puerto de San Lorenzo. El único -junto con el noble e interesante ‘valdefresno’ que abrió plaza, que quiso más que pudo- de un encierro decepcionante en presencia y juego. Comenzó la faena con derechazos por bajo, muy templado y a cada cuál más despacio. El pase de pecho final, cómo no, marca de la casa. De hombro a hombro. En torero. Las primeras tandas con la mano derecha tuvieron ligazón y mando, pero sin apreciarse en plenitud el ajuste que caracterizaba al de Justo que tantas tardes enloqueció Madrid antes de su gravísimo percance. Incuestionable la capacidad y la rotundidad del torero en esta ocasión, que dejó también una notable actuación al natural. No rompió en esa primera tanda con la mano izquierda, debido a la peor condición del toro por ese pitón, pero la segunda tuvo mucha importancia, y empaque. Por no hablar del mérito que tuvo robarle ese puñado de naturales tan logrados y lucidos. Volvió a la mano derecha para cerrar una faena intensa, que conectó con los tendidos desde el inicio y que tuvo algunos muletazos, remates y pases de pecho de categoría. La espada se llevó la oreja que aquella faena hubiera merecido. En su primer toro, el sobrero del Vellosino, manso y desrazado, no dio opciones de triunfo a de Justo.

Por su parte, Roca Rey se topó de nuevo con la exigencia de Madrid y no logró imponerse a la tarde, dejando ir un lote que, sin ser bueno y faltándole muchas cosas, ofreció posibilidades para haber hecho algo más. Algo más que las bernadinas en su primer toro, y ese ‘bajonazo’ infame que fue jaleado por aquellos que lo aplauden todo. Frente a su segundo toro, la faena ni siquiera hizo el amago de romper. Abrió la tarde Manzanares que estuvo dispuesto con el noble pero justo abreplaza de Valdefresno, y nada pudo hacer con el parado y deslucido cuarto. Volvió a irse de vacío, en la que fue su última tarde en este San Isidro.

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