ARRIBES TAURINAS

Juan Pedro cumple en Madrid: corrida seria y con un lote de triunfo desaprovechado

Imagen: Plaza 1

Pancartas con frases como ‘Palcos exigentes, no al triunfalismo‘ o ‘Madrid merece más seriedad‘; gritos de ‘¡Plaza 1 dimisión!’ o ‘¡Mulilleros, peseteros!”; y las palmas de tanto como protesta antes de que diera inicio la corrida de toros, evidenciaron un hastío cada vez mayor de los aficionados venteños, con la difícil situación que atraviesa la plaza como consecuencia del triunfalismo. El palco presidencial de la plaza de toros de Las Ventas (Madrid) ha perdido totalmente el rumbo, y navega hacia un abismo que hace peligrar el prestigio, la seriedad y la importancia de la primera plaza de toros del mundo.

Además, por si esto no fuera suficiente, los equipos veterinarios aprueban toros -además de los líos en los corrales- muy por debajo de los mínimos exigidos y esperados en esta plaza. Y lo peor es que la empresa parece contentarse con todo ello. Esto ha desembocado en que hoy, tras el festín de pañuelos de ayer, y la excesiva e incomprensible Puerta Grande que se le concedió a Emilio de Justo, el ambiente en ciertos sectores de la plaza era de decepción, desolación, rabia… Tampoco había demasiadas esperanzas puestas en la corrida de Juan Pedro Domecq, pero éste sorprendió, cumpliendo, con una corrida digna, seria, bien presentada y con al menos tres toros interesantes y con opciones.

El lote de Ángel Téllez, que sufrió un espeluznante percance en un quite por gaoneras, lo que obligó a correr turno hasta el cuarto de la tarde, fue un lote importante. Con interés, nobleza, fondo y ofreciendo buen juego, especialmente en el último tercio. No lo aprovechó Téllez, posiblemente mermado por la fea caída sufrida, que estuvo muy dispuesto y con actitud. Pero aquello no fue suficiente. No hubo mando, no hubo limpieza, no hubo sometimiento, no hubo rotundidad… Un lote por encima del torero, que no tuvo su mejor día. Tampoco fue la mejor tarde de Francisco de Manuel, que dejó ir con las dos orejas al desolladero a otro toro con opciones, en este caso el segundo de la tarde. En el cuarto, el insoportable viento lo dificultó todo, como en otros muchos momentos de la deslucida tarde. Daniel Luque se fue de vacío, a pesar de saludar una ovación tras dar muerte al primer toro, en una faena de cercanías, valor y capacidad. El toro, venido a menos y falto de fuerzas, no permitió que aquello rompiera. El tercero tampoco le dio opciones. Lo de Luque y la mala suerte en Madrid…

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