Más de treinta años después, la plaza de toros de Las Ventas (Madrid) volvió a celebrar una capea popular. La suelta de reses dio comienzo tras la celebración de un accidentado y emocionante concurso de recortadores, y lo hizo bajo un gran ambiente y un destacable control en los accesos para garantizar el respeto hacia la plaza. Cientos de aficionados, entre el ruedo y el callejón, se congregaron para disfrutar de la suelta de tres vacas, serias y muy bien presentadas, acorde a la categoría e importancia de la plaza. La primera de ellas, la más hecha, seria e imponente, fue la que protagonizó los momentos más tensos de la capea, cogiendo a varios aficionados -revolcones- y permitiendo disfrutar a otros muchos, que se atrevieron a recortarla y a saltarla. La segunda, también seria y ofensiva por delante, tuvo movilidad, nobleza y un fondo que le permitió ofrecer buen juego. En esta línea, aunque más parada y quizás con menos emoción, se comportó la tercera y última vaca de la noche en el coso de la calle Alcalá. En líneas generales, hubo buen ambiente y respeto a la plaza en una exitosa vuelta de las capeas a Las Ventas. Al finalizar la suelta de reses, se hizo de entrega del trofeo al “mejor detalle” de la tarde.