ARRIBES TAURINAS

Aplaudirlo todo, protestarlo todo

Fuente: Plaza 1

Siempre se ha dicho que una plaza de toros (su ambiente, las relaciones sociales que se generan en ella, etc.) es el fiel reflejo de la situación que se vive en el resto de la sociedad. Vivimos tiempos difíciles y de mucha tensión. La incertidumbre se ha convertido en irritación y la sociedad avanza entre polémicas y confrontaciones. Algo que también se percibe en los tendidos de los cosos durante los últimos años. Mientras que la política ha provocado que la opinión pública se fracture y camine hacia los extremos ideológicos (con una visión guerra-civilista de bandos, “los buenos y los malos”, izquierda vs derecha), los tendidos de las plazas también se enfrentan y distinguen en actitudes radicalmente contrarias: aplaudirlo todo o protestarlo todo. ¿Les suena verdad? “Palmeros” o “reventadores” como se llaman los unos a los otros. Y entre ellos, una minoría centrada y coherente. Una minoría que no lo aplaude todo y que tampoco protesta sin motivos. Aplaudir o protestar es un acto libre. Una manera de expresar libremente una opinión. En los toros, una forma de ser y sentirse partícipe del espectáculo. Por ello, jamás diré a alguien si debe o no aplaudir o protestar. Esa decisión es personal y cada uno decide y valora los acontecimientos desde un punto de vista autónomo y diferente. Pero lo que si necesitamos, por nuestro propio bien, es moderación y dejar a un lado la predisposición que la mayoría de asistentes hoy en día traen desde sus hogares. No se puede ir a una plaza con la intención de protestar todo lo que haga un torero porque no te guste o te caiga mal. Tampoco se puede ir con la intención de aplaudirlo todo, por mucho que un torero te encante o le admires. La objetividad no existe, ni en el periodismo, ni en la vida. Tampoco en los toros. Pero sí la honestidad y eso es lo que falta en los últimos tiempos. Con ella seguro que ni existiría la “indultitis” que nos acecha durante la última década, ni se regalarían tantas orejas injustas, y por supuesto, tampoco se faltaría el respeto a un profesional, o se gritaría a un torero cuando va a entrar a matar. Seamos honestos, por favor. Porque ser objetivos, ya les digo, que no es posible.

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