- Crónica vía: DAVID BUSTOS
¡Ya vienen! ¡Por la calle Real están ya! Cuántos recuerdos se vinieron a la mente cuando pusimos los pies hoy en San Sebastián de los Reyes. Nunca había sentido agosto tan cerca, y a la vez tan lejos. Habrá que conformarse con eso de que hoy se abría la temporada en la Comunidad de Madrid. Porque para qué mentir, ya había ganas. «¡Dónde vas con el frío que hace, y encima llueve!«, se advertía en todas las casas a primera hora de la mañana. Y no, no lo dijo la ministra Celaá. Lo decían los padres de cada uno de los aficionados y vecinos de Sanse que se acercaron a la primera capea del año. ¡Puerta… 2020! ¡Puerta a la primera protagonista de la mañana!
Una vaca fue la encargada de abrir la capea, y no tenía mala pinta de presencia. Sin embargo, no fue una vaca fácil precisamente. Todo lo que se le hizo tuvo su mérito, y su inteligencia. No podías fiarte de ella hasta el embroque porque en ocasiones apretaba, e incluso cambiaba la dirección si la dejabas mucha ventaja. Vimos sustos, sí, pero también muchos detalles destacables en el albero. Quizás su mayor defecto fue que a veces salía desentendida. Pero no fue mala vaca. Para empezar…
El primero de los toros de Hermanos González Rodríguez no bajo el nivel de la capea. Sus embestidas, nobles y con calidad, especialmente en la muleta, dejaron en evidencia que hay toros que piden suavidad, y nada de brusquedades o prisas. Fue un toro que sirvió, tanto para los recortes y quiebros, como para los maletillas. Pero como la vida misma, todo tiene su fin y el animal se vino a menos por la exigencia de la lidia. Muchos muletazos, muchos recortes… Lo normal, vamos. Al segundo toro, del mismo hierro, le pasó algo similar. Pero este ya lo traía de casa. Aunque salió con chispa y viveza de los toriles, pronto se apreció su falta de fuerzas, lo que provocó que el toro echara la cara arriba -a la defensiva y sin entregarse- en el momento del embroque. La falta de lucimiento y emoción se acrecentó cuando el toro se echó en varias ocasiones. Había que abreviar y, sumergidos en un ambiente tenso entre maletillas y recortadores, como ya es habitual -desgraciadamente- en tantas plazas de nuestro país, se decidió enchiquerar al último toro de la capea.
- Imagen de portada, vía: RAÚL GARCÍA