- Redacción vía: DAVID BUSTOS ÁLVAREZ
Corren tiempos difíciles, vivimos en un momento en el que se busca desnaturalizar todo lo que se mueva. Y aunque no se mueva, ellos le dan movimiento. Lo inventan. Hasta un simple carrusel dicen que sufre simplemente por subirse en él. En una figura inerte, material. Sin vida. Da igual, ellos se la dan. Suena a película y podría serlo sin duda alguna. Ojala lo fuese pero la realidad es innegable: la sociedad se ha adentrado en un camino en el que reina la hipersensibilidad, un túnel sin dirección, ausente de lógica en su trayecto. Un proceso similar, o quizás el mismo, que ha absorbido al reino animal tratando de humanizar a estos seres sin tapujos. Buscando situar a los animales a la misma altura que el ser humano e incluso por encima de él.
La hipersensibilidad forma parte de una actitud ‘radicalizada’ que busca captar cada vez más adeptos a esta corriente. El mundo del toro es, de manera clara, una víctima de este fenómeno. La sangre se ha convertido en una cuestión tabú para la sociedad ‘moderna’, tan moderna que carece de personalidad. Podríamos afirmar que es la ‘arma’ de las formaciones ‘animalistas’, difundir imágenes de festejos taurinos en los que se aprecie sangre con el objetivo de ‘concienciar’ a sus seguidores. Atraparles y hacerles ver que la sangre es un elemento ‘morboso’ para los aficionados a la Tauromaquia. Y digo hacerles ver porque obviamente no es la realidad. No tengan ninguna duda de ello. Como tampoco la tengan de que los ‘modernitos’ han conseguido crear otro tabú: la muerte. Han logrado que la gente huya de usar este término, que entren en pánico cuando oyen hablar de la muerte del toro en la plaza. Como si nuestras vidas no tuvieran ese mismo destino.
La muerte da valor a la vida y, por eso, no debemos permitir que se desarrolle un efecto contagio. No hay que rehuir ni ocultar el fin de una corrida de toros, novillada o hasta de un encierro. Porque la muerte como final de todo ello da mayor importancia a la lucha previa por ganar la batalla. La lucha entre el toro y el torero. Entre la fiera y el guerrero. La heroicidad de un espectáculo sin tabúes ni engaños. No debemos dejarnos ‘comer’ por las modas de la sociedad, demos importancia a nuestros valores que son muchos y válidos… Bendita Tauromaquia, bendita cultura.
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