- Crónica vía: PATRICIA PRUDENCIO
Tarde para el inicio, dos matadores de la terna, Luis David y Javier Marín, debutaban como matadores en la sexta de San Fermín. Aunque también debutaba la ganadería de La Palmosilla con animales exigentes, dotados de movilidad pero sin excesiva entrega. Eran rápidos sin oportunidad al error, acortaban los pasos y las distancias. De nuevo veíamos faenas de paso, de intento por someter al astado. Hubo toros con buenas condiciones como el cuarto y otros que se dejaron con destellos de calidad como el tercero. José Garrido arriesgó con habilidad y valor para adaptarse al primero de su lote, mucho cambió el cuarto de la tarde, con buenas condiciones entrando con garbo, planeando en la tela y con oportunidades. Luis David explotó al tercero sacando todo lo que llevaba dentro, lo mismo ocurrió con el matador, dispuesto a todo. Con la salida del quinto tenía la Puerta Grande en sus manos, pero las características de un astado peligroso, simplemente le dejaron torear, sin treguas. También, le tocó improvisar y adaptarse sin opción al lucimiento. Javier Marín es la historia de los toreros menos demandados, se empleó a fondo ante unos astados que parecían incombustibles sin margen de error, peligrosos sin fijeza y con interés en el cuerpo y no en la tela. Las espadas, los molinetes y las manoletinas fueron claros protagonistas del festejo, al margen de los matadores.
Inauguraba el festejo “Brujito”, un astado que salió rematando en tablas y encelándose en el capote de José Garrido, quien lo remató anclado de rodillas en los medios. Lo recibió en la muleta de la misma forma que lo remató en el capote. Sin casi probarlo inició la tanda a un astado con movilidad y recorrido, algo más le costaría arrancarse desde las largas distancias, marcando bien sus terrenos. Amplitud con el brazo y el giro de muñeca guiaban a un animal ágil, eso sí tocándole la tela. Sin embargo no había tregua para Garrido, lo tenía encima, en su terreno, moviéndose rápido como si tuviera un látigo por cuello. A la faena no le faltó continuidad, pero más que lucimiento hubo riesgo y valor adaptándose a las exigencias de “Brujito”. Tampoco faltaron los molinetes de cierre que lo llevaron directo a la suerte suprema hundiendo el acero al segundo intento.
Luis David recibía con dos largas cambiadas en el tercio a “Diligente”, al son de El Rey, siguió con la labor de brega, intentando encelar a un toro suelto con extraños en la embestida. Quería hacerse notar Javier Marín en un quite por saltilleras, con réplica de Luis David por lopecinas, en un toro no recomendable. No solo debutaba como matador en la plaza, sino que también se dispuso a ejecutar el tercio de banderillas, dejando pares reunidos y lucidos. Alternando muletazos por la espalda inició la faena en los medios, siguió con tandas largas, estructuradas y medidas, siempre adaptadas a la suavidad de la embestida. Tenía más fijeza, movilidad y obediencia, había que dejarle la tela bien puesta y sometido por abajo. Por el pitón izquierdo perdía uniformidad, soltando la cara, aunque le dio la oportunidad de obedecer y someterse. Optó por el derecho, aprovechando la inercia para lucirse y torearlo. Jugó en las distancias cortas, ejecutando una faena limpia que cerró por manoletinas. Recibiendo a un toro parado dejó la espada trasera y caída.
El tercero de la tarde se partió la vaina, aún así Javier Marín lo recibió con cuatro largas afaroladas de rodillas. Lo que no sirvió, pues fue devuelto a los corrales. Salió el primer sobrero, también de la ganadería de La Palmosilla. Javier Marín frenó a “Sabepoco” y después lo fue sacando llevándolo levemente. Se empleó con empeño en el caballo. Empezó la faena en el tercio, a un toro cuyas fuerzas se habían doblegado a la puya. Embestidas cortas en un toro al que se le tenía que dar tiempo para recuperarse. Recuperó la movilidad con derrotes secos, tuvo que recurrir a la mano baja y a la tela en el morrillo. Se paraba a ratos, dudando en el cite, pasando sin treguas entre las astas. Acortaba el recorrido, quedando a su merced, por lo que había que recomponer las tandas, siendo rápido y firme. Cerró con molinetes dejando un pinchazo hondo al segundo intento, que le obligó a descabellar.
“Tinajón” marcaba el ecuador y la merienda en las manos de José Garrido, el astado tomaba la tela humillando y colocando la cara por ambos pitones, siendo mejor por el izquierdo dentro del tercio y mejor por el derecho en los medios. A pies juntos, atalonado, sacándolo al paso con la verdad por delante. Así inició la faena Garrido. De nuevo le daba amplitud y recorrido en los muletazos, ayudado por la inercia y movilidad. Planeaba en la tela, quedaba alguna irregularidad por pulir, aunque seguía pidiendo engaño con fijeza. Le daba sitio con el avance de la tanda para evitar quedarse en los terrenos del animal. Muy atento y sin estirarse Garrido, por lo que buscó el lucimiento en los molinetes de rodillas. Eligió las manoletinas como broche a su faena. Se tiró a matar con un pinchazo hondo, sin embargo, doblaría con un único golpe de verduguillo.
Luis David realizó un saludo capotero a “Cateto” iniciado en el tercio con una larga cambiada. Lo enceló en la tela sin terminar de romper. Se adornó por navarras en el quite. Tras un brindis dedicado a Román ‘Es un tío cojonudo’, daba paso al inicio de la faena. Por estatuarios lo probó, pero cambió los terrenos, perdió la suavidad y subieron las revoluciones. Incombustible salía del muletazo para volver a entrar, había que configurar tandas rápidas y sin tregua. Volvía a llevarle a su terreno, quedándose corto. Hubo momentos de peligro, no tenía la fijeza del resto, buscaba el cuerpo. Luis David no tenía tiempo para lucirse, estirarse y mostrar su tauromaquia, volvía a darse una faena de paso, en la que se adaptó a lo que había sin excederse y sin menospreciarlo por sus características. Le falló la suerte suprema, dejando al segundo intento una estocada tendida y caída.
“Distante” cerraba la tarde, un astado suelto al que le costó centrarse en el capote de Javier Marín. Se quedaba corto. Lo probó genuflexo por abajo para iniciar la faena de muleta. Los pasos eran clave en este último tercio, el animal no era diferente al balance de la tarde, se quedaba corto, volviéndose rápido. Por arriba protestaba y por abajo perdía las manos, había que encontrar el término medio, dándole su sitio. Acortó distancias y lo volteó con agresividad, hizo presa. No tenía fijeza, con embestidas desmedidas e irregulares que pusieron de manifiesto el peligro de la tarde. No tuvo suerte en su lote. Lo mató tras un mar de pinchazos y varios descabellos, ante un animal que no descubría la muerte.
Plaza de Toros de Pamplona (N). Feria de San Fermín con toros de La Palmosilla con animales exigentes, dotados de movilidad pero sin excesiva entrega. Eran rápidos sin oportunidad al error, acortaban los pasos y las distancias. Hubo toros con buenas condiciones como el cuarto y otros que se dejaron con destellos de calidad como el tercero. José Garrido: silencio tras aviso y ovación. Luis David Adame: oreja y ovación. Javier Marín: silencio tras aviso silencio tras aviso.
- Imagen vía: @javitaurino