Actualmente, el mundo del toro está sumergido en una situación de continuos cambios. En la mayoría de las ocasiones, motivados por lamentables actuaciones y decisiones de carácter político. Aunque sí somos realistas, eso no es política.
“Gobernar para todos”, dicen. ¿Para todos, o para una minoría radical, que quiere acabar con las raíces, personalidad y tradiciones de su país? Vamos, con su identidad propia y personal. Trabajar para todos es, defender la cultura y opinión de todos y cada uno de los ciudadanos de un país. Es defender su libertad. La democracia.
Palma: ejemplo del abuso y poco respeto de las instituciones y autoridades a “su pueblo”. De siempre se ha dicho, “los toros son del pueblo”. De la gente. Del aficionado. Que para eso son los que pasan por taquilla cada tarde. Para disfrutar de un espectáculo artístico, cultural, y ante todo, legal.
La recién aprobada proposición de ley (en el Parlamento balear), denominada “toros a la balear”, es un atentado contra la libertad e integridad de la Tauromaquia. De nuestra fiesta.
Es, tal y como se ha demostrado y defendido desde la Fundación (del Toro de Lidia), un acto inconstitucional.
Por ello, el gobierno presentará un recurso. Bien por su parte. Pero que esto no se convierta en una intervención puntual, sino algo continuo: que se acabe con el animalismo radical; que se defienda la libertad y cultura del pueblo español, y sobre todo, que todos caminemos juntos, bajo el camino de la democracia.
La fiesta es de todos, y por lo tanto, los toros han sido, son y serán siempre cultura. Cultura de nuestras raíces e historia.

* Fotografía vía: #OkDiario.
* Artículo vía: #DavidBustos.